miércoles, 12 de octubre de 2011

Sueños Mini novela hecha por mi!!

Tomense el tiempo para leerla, es corta, y no comenten cosas malas, es un esfuerzo hecho por mí

Sueños?





Por:
Jaime Andrés Villegas Buriticá






?A veces el destino nos prepara cosas muy crueles, a veces sólo pasa en sueños??









Hace muchos años, en un lejano pueblo, vivía una pequeña familia, eran 3, los 2 padres y su hijo, llamado Adolfo.

El padre trabajaba recogiendo la basura de la comunidad, y de eso vivía la familia.

Adolfo tenía 14 años, y difícilmente iba al colegio, a causa de la dificultad económica de ellos, el era muy rechazado en el colegio, pero el tenía un sueño diferente al de todos sus compañeros, él quería salir adelante, y mantener a su familia, pero le era muy difícil terminar sus estudios.

Un día estaba caminando por la calle de su pueblo, y se le ocurrió una idea, quería conseguir trabajo para poder terminar sus estudios y conseguir un mejor trabajo, o seguir con otros estudios.

Muy animado el niño, se fue por todo su pueblo consiguiendo un trabajo apto para él, ya se estaba anocheciendo cuando optó por entrar a una pequeña carpintería donde un ancianito, le pareció que lo podía ayudar, ya que el anciano no duraría mucho tiempo más en su trabajo.

Entró en el pequeño negocio, saludó al ancianito y le ofreció su propuesta, el anciano felizmente le dijo que sí, pero que tenía que trabajar muy duro y por mucho tiempo, entonces Adolfo accedió, pero que primero tendría que hablar con sus padres.

Felizmente, Adolfo regresó a su pequeño hogar donde lo esperaban sus padres preocupados, y después de una larga conversación los padres le dieron el permiso, al fin y al cabo, necesitaban más sustento económico.

Al otro día Adolfo se dirigió a la pequeña carpintería donde trabajaba el anciano, se quedaron hablando un largo rato.

-Me llamo Rodrigo -le dijo el anciano alegremente-, un gusto conocerte.
-Igualmente -habló Adolfo-, ya sabes cómo me llamo
-A propósito estaba buscando alguien que me reemplazara, ya estoy muy viejo para este trabajo
-Pues encontraste a la persona adecuada, estoy dispuesto a ayudarte para lo que necesitas.

Y así estuvieron conversando un largo rato, y acordaron que al otro día iban a empezar, Adolfo se dirigió nuevamente a su casa, a repasar los exámenes para el día siguiente.

Estaba en la cama, a punto de dormirse, y se puso a pensar que estaba haciendo algo muy bueno por su familia, pero que iba a estar menos tiempo con ellos.

Estaban por entrar a clases, cuando uno de sus "compañeros" le pidió que le soplara el examen, y que a cambio recibiría una buena recompensa, pero Adolfo se quedó pensando:

-Ya tengo un trabajo digno, no creo que necesite de dinero sucio para mantener a mi familia.

Así que la respuesta de Adolfo fue negativa, y a cambio recibió un puñetazo en su cara. No fue tan grave como parecía, pero siempre iba a dejar marcas:

-¿Ahora qué le voy a decir a mis padres?

Estaban en la clase de matemáticas, cuando empezaron el examen:

-Saquen una hoja -dijo el profesor-

En ese momento, Leonardo, el del puñetazo, miró fijamente a Adolfo, como si quisiera decir que le dejara mirar o que le iba a ir mal. Adolfo, resignado, tuvo que dejarle ver el examen a Leonardo, y él sabía que si no paraba este juego, le iba a ir peor en estos asuntos.

Terminado el examen, Leonardo se disculpó con Adolfo, y le dio su parte del dinero y Adolfo le dijo:

-No puedo seguir con esto Leonardo, yo sé que necesito dinero, pero no de ésta manera.

Leonardo respondió:

-No te preocupes, no va a volver a pasar.

Adolfo se quedó extrañado con la respuesta de Leonardo, él nunca había sido así, pero lo dio por sentado y siguió su camino.

Llegó a su casa, se encontró a su mamá, entró a su pequeño cuarto, se cambió el uniforme, almorzó rápidamente y se fue.

La pequeña carpintería quedaba al otro extremo de su pueblo, además que era en una larga pendiente. Llegó a la carpintería, y había una carta, ansiosamente la cogió y leyó lo que decía:

Hola, Adolfo

Me fui por más material a la ciudad, te dejé todo el trabajo encima de la mesa con todas las instrucciones, vuelvo pasado mañana, para ese momento espero que tengas todo el trabajo terminado.

Atentamente:
Rodrigo.

Dejó la carta a un lado y se dirigió a la mesa de trabajo, cogió las instrucciones y empezó a leer, se dio cuenta de lo que tenía que hacer, que por cierto era bastante trabajo, y se puso manos a la obra.

Cogió todos los materiales, los esparció por toda la mesa, y cogió sus herramientas, ya se estaba poniendo de noche, y Adolfo ya estaba cansado, se dio cuenta de que las llaves de la carpintería estaban en un pequeño cofre, las cogió y se fue.

Cuando salió de la carpintería se puso a pensar en todo el trabajo que había hecho, y que apenas llevaba aproximadamente un 30%, así que pensó en llegar más temprano al otro día y salir más tarde.

Llegó a la casa, estaban sus padres ya comiendo, y se extrañaron que hubiera llegado tan tarde, y con esa marca en la cara, le preguntaron por qué tenía esa marca en la cara, dio una excusa disimulada, y se sentó a comer.

Estaba muy cansado, pero menos mal no tenía tareas para el colegio, así que aprovechó y se durmió.

Ya era viernes (¡Por fin!), se levantó Adolfo, se fue para el colegio y volvió a almorzar como siempre, pero esta vez almorzó más rápido, y se fue a la carpintería más temprano. Cuando fue, Rodrigo ya estaba allá, lo que se le hizo extraño a Adolfo, el motivo era que ya no habían más materiales en la ciudad, y que tenía que buscarlos en otro lado, pero en fin..., se encontraban allí de nuevo trabajando. Adolfo había conocido a una amiga llamada Eva, que por cierto era muy bonita, se habían quedado de ver esa tarde, en las montañas al pie del pueblo.

Adolfo, hizo rápido su trabajo, y se fue en busca de Eva para las montañas, allá estaba escondida en unos árboles mirando al cielo, Adolfo se acercó a ella, se saludaron y salieron a caminar, Adolfo estaba impresionado de que ella conociera todo eso por allá, pensaba:

-¿Será que ella estuvo haciendo cosas malas aquí?, mmmmm, me deja mucho que pensar.

Se estaba poniendo de noche cuando los dos regresaron al pueblo, se despidieron con un largo beso, y se fueron.

-Debo ser muy afortunado al tener a esa niña de novia -Pensó Adolfo-.

Lo que él no sabía, era que ella tenía muy mala fama, decían que mantenía por las montañas quien sabe haciendo qué cosas, además decían que era drogadicta, pero Adolfo no lo sabía.

Se despertó el sábado muy por la mañana, dispuesto a trabajar, iba en camino a la carpintería cuando se encontró a Eva, se quedaron hablando, y ella convenció a Adolfo a que se fueran otra vez para las montañas, que ella conocía un lugar especial, Adolfo pensó:

-¿Un lugar especial?, ¿que me estará queriendo decir con eso?.

Al fin y al cabo, los dos tomaron camino, se adentraron a las montañas, a una lejana cueva, donde ella lo llevó:

-Quédate ahí -Dijo Eva- Ya vuelvo

Adolfo se quedó ahí, esperando pacientemente a Eva, pero ya se estaba haciendo oscuro, y no sabía cómo regresar al pueblo.

Andaba por todas partes buscando una salida, trepaba, saltaba, corría, pero nada que veía la salida, encontró un árbol muy grande, en el cual podría quedarse para reanudar su búsqueda mañana.

Lo despertó una serpiente, que lo tenía amenazado, él, muy asustado salió corriendo a huida de ella hasta que la perdió de vista:

-Ha estado muy cerca -dijo-

Tenía mucha hambre, así que decidió trepar un gran árbol de mangos, no estaban muy buenos, pero él necesitaba comer algo.

Reanudó su búsqueda, buscando por todos los rincones, estaba muy agotado porque no había podido salir, mientras caminaba, tropezó con algo y cayó.

-¡Oh, Que lindo libro! -Dijo-

Se levantó, recogió el libro del suelo, era un libro muy grande, leyó la portada, decía: "Ábrelo, y verás", lo abrió de inmediato, y como si el destino le hubiera ayudado encontró una brújula, comida y muchas otras cosas (por cierto, el libro era hueco, lo que le permitía guardar todo eso).

Después de haber comido padre de los víveres que se había encontrado, cogió una hoja que decía cómo manejar la brújula, la leyó y se puso manos a la obra.

-Si el norte es por allá, entonces..., ¡Claro! ¡Es por allá! -Dijo Adolfo Alegremente-

Tras mucho caminar se dio cuenta de que iba por el camino correcto, salió de ese bosque montañoso, y se encontró en su pueblo de nuevo.

Lo que él no sabía era que Eva le había dado una bebída somnolienta, y que había estado más de 8 días en el bosque.

Llegó a la casa alegremente, los padres estaban muy preocupados, se sentó a comer y....

Se despertó bañado en sudor, que pesadilla aquella, ¡ERA UN SUEÑO!, ¡NO LO PODÍA CREER!, se levantó rápido, dedujo que era sábado y que tenía que ir a trabajar, hizo lo que tenía que hacer lo más rápido que pudo, y se fue a trabajar...


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