jueves, 29 de septiembre de 2011

Solo unos minutos relato o cuento

Hoy me pasa que cuando no quiero escuchar mentiras miro por las ventanas del café donde estoy sentado hasta que me aburro y me voy. Pero resulta que esta historia es de cuando tenía 19 años y en esa época no tenia la costumbre de los café y lo peor es que marcharme en ciertas situaciones un viernes o sábado por la noche no podía ser una buena decisión aun cuando me aburriera.

Soportar las mentiras de un amigo que pudo ser mi padre tenia su finalidad. Con el tiempo te das cuenta que en ciertas etapas de la vida hay cosas que parecen o son mas importantes hasta que dejan de serlo y otras ocupan ese lugar.

En aquella época el sábado marcaban mi agenda, toda la semana vincularía a ese día, las frustraciones y los éxitos que pudiera tener serian los titulares del diario de mi vida de adolescente. El primer problema a resolver al comienzo de un fin de semana era el dinero.

Tengo la teoría de que los hombres somos mas dependientes del dinero que las mujeres, y de jóvenes eso ya nos diferencia y aunque nada lo hace como nuestra inteligencia creo que para jugar en primera debes tener por lo menos para comprar los botines. Mi caso era particular, necesitaba más dinero que el promedio ya que tenía amigos que por elección o por destino siempre andaban cortados.

Mis viejos siempre me dieron lo justo lo cual agudizo mis sentidos para ser independiente desde muy joven. Pero a falta de trabajo no quedaba otra que recurrir al mangueo e ir a visitar a esa tía que te malcría o visitar a ese amigo que pudo ser tu padre y ahora solo puede darte dinero.

El problema con mi tía es que había que pedirle o podías estar en su casa hasta las 3 de la mañana y no ver un peso. Con mi amigo no era así pero debías escuchar una cadena de historias que en algún punto de la noche tal vez enlazaría pero que jamás terminabas de escuchar ya que antes diría esas palabras mágicas ¿con 50 esta bien?.



Aquella noche, que es la que me lleva a contar esta historia fue particularmente rara desde el comienzo. Mi vieja me dijo que no me iba a dar un peso y ya ni la entrada tendría asegurada. Mi tía se había olvidado de avisar que se iba a pasar unos días a los valles y mis amigos como siempre no tenían un peso pero si un dato que motivaría cualquier sacrificio para llegar aunque solo fuera una noche mas de frustraciones.

Juntamos nuestro capital entonces y llegamos a un poco más de 1 peso. Con 15 Centavos compramos 3 chicles los masticábamos mientras esperaba el bondi (colectivo) que me llevaría a ver a ver a ese amigo que pudo ser mi padre.

Como siempre ya desde el comienzo me desinteresaba de sus historias y en ese crédito infinito que algún día terminara de pagar y que siempre le impidió ayudarme en la universidad. Como acostumbro hoy miraba hacia la calle, me aburría ya que siempre pensé que todo lo que dijera eran solo mentiras pero en el fondo no lo culpaba, a veces eso es mejor que decir la verdad.

Se hizo tarde esa noche, mi paciencia que ya se había agotado en la ultima historia parecía un fénix que volvía de volar cuando pensaba en las cosas que podían pasar esa noche si tuviera con que.

Pero llegue a un punto en que ya me sentía a contrarreloj y fue cuando veo parar el ultimo colectivo de regreso a mi pueblo y subir toda la gente tan despacio que parecia me estuvieran esperando. Todo lo veía tras esa ventanal grande con el que mataba mi aburrimiento mientras el hablaba. Subieron todos por fin y el colectivo arranco sin mi. y con mis esperanza de una linda noche en la capital.

Desde ese momento al ver la noche perdida comencé a pensar que tal vez debiera escucharlo por que al final de cuentas era mi padre y yo no lo odiaba. Y fue asi que por fin sentí que conversábamos sobre cosas que jamás habíamos tocado, pero (y esta historia esta llena de peros) llegamos a un punto en el que nos quedamos en silencio.

Fue en el punto de la insoportable verdad que ninguno quisiera escuchar. El tuvo otros hijos a quienes amaba y yo tuve un ser en mi vida que es mi papa (aunque la naturaleza diga que es solo mi amigo) y lo amo. Pero entre nosotros no teníamos nada sino un vinculo natural disfrazado en algún punto para el de una obligación como padre de darme algo y yo a cambio ir a visitarlo.



En ese instante un remis trucho para frente a su ventanal y si bien puede irme en ese momento no quise , creo que fue esa la única vez que lo quería escuchar hablar como mi padre y que me dijera si alguna vez me quiso como a sus hijos.

Yo no dije nada, pero lo mire diciendo te toca mantuve el silencio. Era su turno de jugar las cartas, pudo haber dicho que me quería como a un hijo o la dolorosa verdad de que nuestra relación jamás seria igual pero solo canto ¿Con 50 te alcanza? y se fue al mazo. Por dentro me sentí mejor no gane la partida pero empate con tres 4 de sentimientos, ya que mis palabras serian un reflejo de las suyas..

Mire hacia afuera y el remis todavía esperaba o me esperaba, y me tilde pensando que en algo tienen razón los que me conocen como su hijo, en algo nos parecemos por que de esa situación casi me rió ya que no me dolió lo que hizo, era la única solución posibles para hombres como nosotros.

Agarre los 50 pesos y al salir vi que el remis ya bajaba por la salida del pueblo con sus luces rojas titilando en la oscuridad. . . Lo perdí y eso parecía ponernos en la misma situación incomoda, parecía que en ese momento el destino nos jugaba una mala pasada, y había que repetir el juego para decirnos cosas que jamás diríamos por que es una verdad que duele y que en verdad no importa. Yo jamás fui su hijo el jamás mi padre.

Justo paso un amigo suyo que iba saliendo del pueblo , lo silbo y me dijo anda con el nos dimos la mano, me subí y en silencio hice los 5 Km. hasta mi casa convencido que era su hijo pero por suerte tenia otro padre.

A la entrada de mi pueblo veo las luces de la sirenas, un camión estacionado en la oscuridad y la mitad del un falcón crema destrozado abajo de el. Veo al remisero que me esperaba agonizando en el pavimento y alguien que no soy yo pero pude serlo aun en el asiento del acompañante siendo alumbrado por las linternas de la policia.

Llegue a mi casa, mi papa ya dormía, mi vieja estaba de guardia en el hospital , mi hermana mas pequeña mirando televisión, la mas grande disfrutando la vida y al salir de nuevo encontré a mis amigos diciendo ¿ que hacemos? Y yo respondiendo tengo $50 y una suerte de la concha de la lora....
No olvides visitar de nuevo Solo unos minutos relato o cuento

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