sábado, 3 de septiembre de 2011

Políticas del Acontecimiento - Maurizio Lazzarat

COMO SABRÁN HAN RETIRADO LOS POST QUE CORRESPONDIAN A LA DESCARGA DE LIBROS, EN ESTE CASO LO REESTABLEZCO Y CAMBIO DE CATEGORIA Y NO PONGO ENLACES DE DESCARGA, SINO DIRECTAMENTE LA FUENTE DONDE LA EDITORIAL TINTA LIMÓN PONE ESTE LIBRO A DISPOSICION PARA SU DESCARGA. ME PARECE QUE ES UN LIBRO A TENER EN CUENTA POR ESTOS ACONTECIMIENTOS RECIENTES SOBRE LOS DERECHOS DE AUTOR. SALUDOS


POLÍTICAS DEL ACONTECIMIENTO

MAURIZIO LAZZARATO










DESCARGAR DIRECTAMENTE DE LA FUENTE: http://tintalimon.com.ar/libro/POLTICAS-DEL-ACONTECIMIENTO




Maurizio Lazzarato, miembro fundador de la revista Multitudes junto al filósofo Toni Negri

?Actualmente rige un capitalismo social y del deseo?



Lazzarato retoma a Deleuze y Guattari para un abordaje crítico del marxismo clásico que se constituya en herramienta de transformación. ?Lo que se produce ya está vendido ?señala?, porque antes se convirtió en objeto de deseo.?

Por Pedro Lipcovich

?Usted ha desarrollado la noción de que el capitalismo es ?productor de subjetividad?: ¿qué diferencia habría entre la subjetividad producida por el capitalismo en sus primeras etapas y la que produce en la actualidad?
?Actualmente rige un capitalismo social y del deseo. En la primera fase del capitalismo, se trataba ante todo de producir, y después venía el consumo. Hoy es al revés: un auto se produce después de haber sido vendido, quiero decir: después de haberse constituido como objeto de deseo. Aquí se ubican la publicidad, el marketing.
?¿Por qué antes eso no era necesario?
?Hace un siglo, no funcionaba así. Esto empezó en Estados Unidos, y uno de los que introdujeron esta concepción del marketing fue Edward Bernays, sobrino de Freud. Es sintomático que haya sido el sobrino de Freud, fundador de la noción de deseo inconsciente, quien introdujo este pasaje en el capitalismo: construir el objeto como valor de deseo. Deseo masivo: es necesario que se lo muestre en la tele, que sea testeado por consumidores. Hace un siglo esto no se planteaba, porque los obreros no eran consumidores de lo que producían. Henry Ford fue quien, a partir del abaratamiento generado por laproducción en serie, planteó: mis productos son comprados por mis obreros. Hoy en día el capitalismo, para funcionar, debe producir subjetividad, tanto en el trabajo como en el consumo. En ambos planos la subjetividad ha cambiado.
?¿En qué cambió la subjetividad, desde la perspectiva del trabajo?
?En Occidente se piensa al trabajador como un pequeño empresario: cada individuo asume como tal el riesgo de su actividad,es responsable de lo que hace: desde el ama de casa hasta el ingeniero especializado. Cada uno debe ser autónomo, como un empresario: esto es el ?capital humano?. En la antigua organización del trabajo, se trataba de una subordinación directa. Hoy la subordinación se constituye alrededor de la autonomía, el individuo lleva en sí mismo la condición de su subordinación. Esto florece bajo el último neoliberalismo. A la vez que la economía financiera pasa a preponderar, todo el mundo pasa a estar bajo esta lógica empresarial. Aun el desempleado debe rendir cuentas: cómo organiza su jornada, qué hace; se le otorga un subsidio pero, a cambio, es necesario que sea activo, que se haga responsable.
?Alguien podría plantear: ¿cuál es el problema? Está bien que la gente se haga responsable...
?Es que esta responsabilidad se plantea como si el individuo fuese culpable de su situación. En verdad la desocupación no es por falta del individuo: el sistema produce el paro. Pero se hace como si fuera su falta, se dice que no tiene ganas de trabajar,que es perezoso, que se aprovecha de la asistencia del Estado. Se lo culpabiliza.
?¿Cómo se plantea la cuestión de la subjetividad del lado del consumidor?
?El consumidor es objeto de diferentes dispositivos de poder: la publicidad, el marketing, la televisión impulsan a las personas a construir sus objetos de deseo. El neoliberalismo, a la vez que acrecienta la desigualdad de ingresos entre las clases sociales,cada vez más empuja a las personas a consumir, como si el acceso al consumo fuese posible para todo el mundo. Los objetos de deseo, las mercancías, están siempre disponibles... en imágenes. Primero llegan las imágenes; después, las mercancías. Otra importante transformación de la subjetividad se produjo en relación con las finanzas, que son otro dispositivo de poder. El funcionamiento mundial de las finanzas, como dispositivo central del capitalismo, requiere la generalización del crédito. Hace un siglo, el crédito era para las empresas, la gente vivía de los ingresos de su trabajo. Hoy todos son impulsados hacia el crédito. En Estados Unidos hay créditos para el consumo, la educación; si uno quiere estudiar debe endeudarse, obtener un crédito. Y esto organiza la subjetividad. Un crédito es una promesa: yo voy a pagar. Durante diez, veinte años voy a pagar este crédito. ¿Cómo se puede asegurar que el crédito será respetado todo ese tiempo? A nivel legal pero también a nivel subjetivo se construyen mecanismos para garantizar que la promesa se cumpla.
?¿Cómo sería el dispositivo a nivel individual?
?El sujeto queda tomado por la deuda. Toda su vida va a estar condicionada por la deuda. Si usted tiene una deuda a 30 años, las condiciones y los límites de su vida van a estar organizados por ese crédito. Es lo que pasa a nivel de los países: cuando la Argentina estuvo tan endeudada, los individuos y la nación estaban obligados a vivir bajo las condiciones definidas por la deuda.
?Pero, en la Argentina, la deuda pesó en forma diferente sobre los distintos sectores sociales: a muchos los perjudicó pero a algunos los benefició: hubo empresarios cuyas deudas fueron estatizadas.
?Sin duda. Es lo que pasa ahora en Europa con la crisis financiera: la deuda de bancos privados está reasegurada por la deuda pública, y los que van a pagarla serán sobre todo los menos ricos. Y hay quienes aprovechan la deuda: por definición, la aprovecha el sector financiero. En Estados Unidos, este año las empresas hicieron los mayores beneficios.
?Entonces habría dos tipos de subjetividad: esa subjetividad del deudor concerniría a un sector de la población, quizá mayoritario, pero hay otro sector que tendría otra subjetividad...
?Ciertamente. Así como en la industria están los empresarios y los obreros, en las finanzas están los acreedores y los deudores. Y los que comandan son los acreedores: los que otorgan los créditos definen las condiciones. Pero hay diferencias entre la oposición patrón-obrero y la oposición acreedor-deudor.
?¿Qué diferencias?
?Desde cierto punto de vista es lo mismo: hay desigualdad entre patrón y obrero, como entre acreedor y deudor. El problema es que hoy los acreedores no se definen desde una clase social específica. La condición de acreedor concierne también a clase media, a obreros: los fondos de pensión se han privatizado; para su vejez, el sujeto adquiere un seguro privado. En cuanto a la subjetividad del deudor, Nietzsche trabajó la cuestión de la promesa. Dice que lo que formó al hombre civilizado no es el trabajo, ni el intercambio, sino la deuda. Porque la deuda construye un hombre que puede prometer, y puede prometer en tanto construye una memoria: yo voy a pagar porque recuerdo mi deuda. La deuda, la promesa, se han marcado en el cuerpodel individuo, como la libra de carne de El mercader de Venecia. Lo que me interesa destacar es que un individuo es al mismotiempo trabajador, consumidor y deudor. La misma persona está presa en distintas relaciones de poder.
?A partir de conceptos de Gilles Deleuze, usted ha señalado dos formas distintas de sujeción: el sujetamiento social y la servidumbre maquínica. ¿Cómo se plantean en la fase actual del capitalismo?
?Deleuze y Guattari plantearon estos conceptos en Mil mesetas, en 1980. En los años más recientes se destaca el hecho de que, a la vez que se nos demanda ser sujetos responsables, individuos soberanos, estamos presos en dispositivos maquínicos. En la empresa, se le demanda al empleado ser sujeto soberano a la vez que una parte del mecanismo. En la comunicación de masas, la persona debe ser sujeto a la vez que input-output de una red televisiva; el desocupado debe ser responsable de su situación, y a la vez no es más que una variable de ajuste en la economía. Uno está preso en dispositivos heterogéneos, contradictorios. Por una parte, se es un componente de un sistema que nos sobrepasa; por otra, se hace como si fuéramoscentros de decisiones con soberanía.
??Como si fuéramos...?, dice usted: ¿quiere decir que la verdadera situación es la otra, la maquínica?
?Sí, pero ambas funcionan juntas. Los dos dispositivos son reales. En el sistema maquínico uno está preso en tanto individuo. En la empresa, por ejemplo, están todos los componentes de mi subjetividad: mi inteligencia, mi atención, mi capacidad física, intelectual; yo quedo descompuesto en esos componentes. Es un proceso de desubjetivación, pero, al mismo tiempo, siempre va a haber una resubjetivación. Hay una imposibilidad de salir de la lógica para la cual yo soy un sujeto con objetos a mi alrededor. Cierto que, en la servidumbre maquínica, ni el hombre es sujeto ni la cosa es objeto, sino que ambos son partes de un agenciamiento. Pero el sujeto va a retornar, o bien en forma individual o bien en formas colectivas como el racismo, el fascismo.
?Esa servidumbre maquínica revertiría en formas de subjetivación.
?Sí. El capitalismo funciona a través de aquella ideología del individuo soberano, pero el individualismo ya no funciona y el nacionalismo, el machismo, el integrismo religioso, son formas de subjetivación. La hipermodernidad derrota al sujeto porque lo capta en el sistema maquínico colectivo pero, a la vez, todo el tiempo se reconstruyen neoarcaísmos. Georges W. Bush marcó el ascenso del integrismo religioso en Occidente; no sólo Al Qaeda es integrista. El racismo crece en Europa, particularmente en Alemania. El individualismo no basta, hace falta un sujeto colectivo y es cierto, en ese lugar podría construirse otro sujeto colectivo, pero se reconstruye el nacionalismo, el racismo.
?¿En qué respuestas, aunque sean embrionarias o parciales, pueden vislumbrarse procesos o intentos emancipatorios?
?Ante todo, hay que decir que la crisis continuará y se profundizará. Hoy la crisis gira alrededor de las finanzas. La deuda privada se ha transferido al Estado, es decir que ya no hay otro a quien transferirla. La dificultad es que no hay modelospolíticos y de emancipación que correspondan a la subjetividad actual. Hace un siglo y medio el comunismo, el socialismo, correspondían a una subjetividad real: la de la industria bajo el primer capitalismo, con los obreros, los sindicatos. Habíainstrumentos reales que no están más. Es necesario construirlos, y no creo que esto se haga muy pronto. Hay que pasar a otra cartografía teórica, otro instrumento distinto al que el movimiento obrero construyó entre fines del siglo XIX y principios del XX. Por otra parte, se desarrollan luchas reales. Una importante, en Francia, es la referida a la jubilación.
?La resistencia a la elevación de la edad jubilatoria...
?Sí. Se perdió, pero la forma como se dio la lucha ofrece perspectivas. Si bien la jubilación concierne a los asalariados, el proceso no se centró sólo en ellos. Tocó también a otras categorías sociales. Movilizó a estudiantes, a distintos órdenes de ciudadanos. No era una lucha sólo corporativa. Y se desplegó en la sociedad. La lucha es eficaz cuando bloquea el funcionamiento de la sociedad. Antes, para bloquear la sociedad era necesario bloquear la producción.
?Se refiere a la huelga.
?Sí. Hoy, en cambio, es necesario bloquear la sociedad para bloquear la producción: bloquear la circulación, las rutas. En este caso se bloquearon las refinerías, no había combustible para circular. Pero por el momento la acción es más inteligente que los enunciados. Todavía no hay enunciados que, en esta dirección, conciernan al conjunto de la sociedad. Y el tema de la jubilación concierne a todo el mundo. Desde hace más de 30 años, la mayoría de las personas no viven bajo la situación clásica de empleo, pero se hace como si estuviéramos en la misma situación de hace décadas. Los sindicatos todavía actúan como si se tratara de asalariados estables, pero, para las personas que se incorporaron al mercado de trabajo desde la década de los ?70, es más difícil reunir los años de trabajo que se requieren para la jubilación. Entonces, no tienen jubilación o tienen jubilaciones muy débiles, porque durante años no trabajaron, cambiaron de trabajo, estuvieron en paro, en precariedad.
?Entonces, el reclamo no es sólo que se mantenga la edad jubilatoria.
?Como decía, los enunciados están en retraso respecto de la acción. Los enunciados se refieren a la jubilación a los 60 años. A nivel teórico se piensa todavía en un asalariado clásico. Así funcionan los sindicatos y los partidos de izquierda. Mientras tanto hay pequeñas luchas, más bien de experimentación. Un ejemplo, también en Francia, fue la lucha de los trabajadores de espectáculos: no dependen de una sola empresa, sino que trabajan una vez para una, otra vez para otra; una vez hacen unapelícula, otra una obra de teatro, otra una publicidad. Son móviles, precarios. ¿Cómo desarrollar una lucha si no se trabaja para una empresa en particular?
?¿Cuál era la causa del conflicto?
?La modificación de su seguro de desempleo. Ellos tenían un subsidio específico para las personas que no tienen un puesto fijopero, de acuerdo con la lógica neoliberal, los subsidios de desempleo iban a ser reemplazados por un seguro privado; una vez más, reemplazar la mutualización por la privatización.
?¿Qué instrumentos utilizó esa lucha?
?Por ejemplo, bloquearon festivales como el de Avignon. Hoy la cultura tiene un rol económico muy importante, por ejemplo en relación con el turismo. Bloquear un festival es bloquear la economía de una ciudad. Cuando ellos bloquearon el Festival de Arte Lírico en Aix-en Provence, los hoteleros fueron muy afectados y protestaron. Ellos también hicieron bloqueos móviles, que se desplazaban de un lugar a otro: la movilidad, que habían desarrollado por las características de su trabajo, la transformaron en herramienta de lucha. A diferencia del método clásico de los obreros, que ocupan una empresa y se encierran en ella, la cuestión era bloquear aquí y allá, en rutas, instituciones, museos, centros culturales, ministerios: van y se quedan un día, mañana van a otro lugar.
?¿Contra quién era la lucha: el gobierno, los empresarios?
?Contra los dos. Hace diez años, la federación patronal francesa tuvo un cambio de dirección: antes la dirigían los empresarios metalúrgicos, pero la conducción pasó a manos de empresas de servicios, como las aseguradoras. Entonces emprendieron un programa ?para la refundación social?, cuyo claro objetivo era transformar el Estado de bienestar: reprivatizarlo. Y se aplicó con la ayuda del Estado.
?En su libro Políticas del acontecimiento, donde usted plantea un debate con el marxismo, no encontré referencias alconcepto de plusvalía: ¿cómo considera esta noción?
?La plusvalía, el plusvalor, remite al concepto de valor. Para el marxismo, el valor sería una cantidad objetivable, tendría una consistencia en sí: pero las cosas no tienen valor sino porque colectivamente les ha sido investido; en él están en juegosubjetividades. Además, la plusvalía supone una concepción antropomórfica del valor: en El capital, el valor lo produce sólo el trabajo humano, la máquina no crea valor. Para Deleuze y Guattari, en cambio, hay una plusvalía maquínica: la máquina también produce plusvalía; el concepto de plusvalía pasa a ser: plusvalía humana más plusvalía de la máquina. El marxismo considera que la producción de valor depende sólo del humano, particularmente del obrero. Pero hoy, si tomamos las finanzas, el valor de un activo está ligado con criterios, opiniones, deseos de los actores; no sólo con el trabajo y su organización, sino con la creencia.
?Pero la noción marxista de plusvalía plantea dramáticamente la diferencia de clases, al postular que el patrón expropia parte del trabajo del asalariado. Plantear que la plusvalía se obtiene igualmente de la máquina, ¿no conlleva el riesgo de borronear esa dimensión?
?El concepto de plusvalía es políticamente muy fuerte porque está ligado con el concepto de explotación, en términos de clases sociales. El problema es que la forma de explotación ha cambiado y no tenemos conceptos que correspondan a esto. Si uno utiliza el viejo concepto de plusvalía, hace como los partidos trotskistas, que todavía están con la industria de hace 50 años. Hoy existe la explotación de personas que trabajan como asalariados, pero no sólo ésa. El gran centro de acumulación de riqueza son las finanzas, y en las empresas financieras la plusvalía no viene de la explotación de quienes trabajan en ellas, sino de otra parte. Habría que examinar estas nuevas formas de organización de la plusvalía y la explotación, y no pensar que nada ha cambiado y que, como hace un siglo, los explotados son sólo los obreros: también los consumidores son explotados, de otras maneras.
?¿De qué maneras?
?Para que algo se venda, debe construirse como objeto de deseo: cuando usted lo compra, además de poner dinero, se empobrece subjetivamente. Porque hay una estandarización de la subjetividad. Todo el mundo debe desear eso mismo para comprarlo. Para hacer apariencia de individualización, se le agrega algún detalle ?personalizado?. Junto con el empobrecimiento económico hay un empobrecimiento subjetivo.



FUENTE:http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-158972-2010-12-20.html






DIALOGOS ? ¿POR QUE MAURIZIO LAZZARATO?
Una crítica al marxismo clásico


Por Pedro Lipcovich

Maurizio Lazzarato es uno de los pensadores que afrontan el difícil intento de construir una teoría para la emancipación. Sobre la base del pensamiento de Deleuze y Guattari, investiga las formas como el capitalismo actual incide en la subjetividad de los sujetos, y ha procurado conceptualizar diversas acciones de resistencia colectiva. Sociólogo y filósofo, nacido en Italia, reside actualmente en París. Es miembro fundador de la revista Multitudes e integrante, junto con el filósofo Toni Negri, de su comité editorial. Hace pocas semanas visitó la Argentina, donde participó en el II Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, que se efectuó en la UBA en noviembre pasado, y en el Simposio Internacional ?De las sociedades disciplinarias a las sociedades de control?. Escribió, entre otras obras, Políticas del acontecimiento (ed. Tinta Limón, 2006) y Trabajo inmaterial y subjetividad . Su debate conceptual con el marxismo clásico no impide que, como quería Marx, su pensamiento se proponga no sólo interpretar el mundo, sino cambiarlo.


FUENTE: http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/subnotas/158972-51021-2010-12-20.html







TRABAJO INMATERIAL Y SUBJETIVIDAD


Maurizzio LAZZARATO y Antonio NEGRI





Hacia la hegemonía del trabajo inmaterial

Veinte años de reestructuración en las grandes fábricas han desembocado en una extraña paradoja. En efecto, las variantes delmodelo pos-fordista se han constituido a la vez sobre la derrota del obrero fordista y sobre la centralidad del trabajo vivo cada vez más intelectualizado en la producción. En la gran empresa reestructurada, el trabajo del obrero es un trabajo que implica cada vez más, a niveles diferentes, la capacidad de elegir entre varias alternativas y por tanto la responsabilidad de ciertas decisiones. El concepto de "interface" utilizado por los sociológos de la comunicación da buena cuenta de esta actividad del obrero. Interface entre las diferentes funciones, entre los diferentes equipos, entre los niveles de la jerarquía, etc... Tal y como lo prescribe el nuevo management, hoy "el alma del obrero debe bajar al taller". Es su personalidad, su subjetividad, lo que debe ser organizado y dominado. Cualidad y cantidad del trabajo son reorganizadas en torno a su inmaterialidad. Esta transformación del trabajo del obrero en trabajo de control, de gestión de la información, de capacidad de decisión que requieren la inversión de su subjetividad toca a los obreros de manera diferente según sus funciones en la jerarquía de la fábrica pero se presenta de aquí en adelante como un proceso irreversible.

Si definimos el trabajo obrero como actividad abstracta que remite a la subjetividad, nos es preciso sin embargo evitar todo malentendido. Esta forma de la actividad productiva pertenece no sólo a los obreros más cualificados: se trata más bien del valor de uso de la fuerza de trabajo hoy y más generalmente de la forma de la actividad de todo sujeto productivo en la sociedad pos-industrial. Podríamos decir que en el obrero cualificado, el "modelo comunicativo" está ya determinado, constituido y sus potencialidades ya definidas: mientras que en el joven obrero, el trabajador precario, el joven parado se trata de una pura virtualidad, de una capacidad todavía indeterminada pero que ya participa de todas las características de la subjetividad productiva pos-industrial. La virtualidad de esta capacidad no está vacía ni es a-histórica. Más bien se trata de unaapertura y de una potencialidad que tienen como presupuestos y como orígenes históricos la "lucha contra el trabajo" del obrero fordista y, más cercanos a nosotros, los procesos de socialización, la formación y la auto-valorización cultural.

Esta transformación del trabajo aparece de una manera más evidente aún cuando estudiamos el ciclo social de la producción ("fábrica difusa", organización descentralizada del trabajo por un lado y las diferentes formas de terciarización por el otro). Aquí podemos medir hasta qué punto el ciclo del trabajo inmaterial ha tomado un papel estratégico en la organización global de la producción. Las actividades de investigación, de concepción, de gestión de los recursos humanos, así como todas las actividades terciarias se mezclan y se disponen en el interior de las redes informáticas y telemáticas que por sí solas pueden explicar el ciclo de producción y la organización del trabajo. La integración del trabajo científico en el trabajo industrial y terciario se convierte en una de las principales fuentes de la productividad y pasa a través de los ciclos de producción indicados más arriba, que la organizan.

Podemos entonces avanzar la tesis siguiente: el ciclo del trabajo inmaterial está preconstituido por una fuerza de trabajo social y autónoma capaz de organizar su propio trabajo y sus propias relaciones con la empresa. Ninguna "organización científica del trabajo" puede predeterminar este savoir faire* y esta creatividad productiva social que, hoy, constituyen la base de toda capacidad empresarial.

Esta transformación comenzó a manifestarse de manera evidente en el curso de los años setenta, es decir, en la primera fase de reestructuración, cuando las luchas obreras y sociales, oponiéndose a la recuperación de la iniciativa capitalista, consolidaron los espacios de autonomía conquistados en el curso del decenio precedente. La subordinación de estos espacios de autonomía y de organización del trabajo inmaterial a la gran industria (proceso de recentralización) en el curso de la fase de reestructuración siguiente (emergencia del modo de producción pos-fordista) no modifica sino que reconoce y valoriza la nuevacualidad del trabajo. El trabajo inmaterial tiende a hacerse hegemónico de manera totalmente explícita.

Pero, ¿es suficiente esta descripción sociológica de las transformaciones del contenido del trabajo? Una definición de esta fuerza de trabajo como rica en savoir-faire y en creatividad cuyo valor de uso puede aprehenderse fácilmente mediante un modelo comunicativo, ¿es exhaustiva? En realidad, habremos avanzado en la verificación de nuestra tesis si logramos definir las condiciones bajo las cuales, en el desarrollo de la sociedad posfordista:

1) el trabajo se transforma íntegramente en trabajo inmaterial y la fuerza de trabajo en intelectualidad de masa (los dos aspectos de lo que Marx llama el general intellect).

2) la intelectualidad de masa puede devenir un sujeto social y políticamente hegemónico.

En cuanto a la primera cuestión, ya han sido definidos en parte los primeros elementos de respuesta por los desarrollos recientes de la sociología del trabajo y de la ciencia. Ahora queda abordar el segundo problema.



"Intelectualidad de masa" y nueva subjetividad

Para responder a la segunda cuestión, nos permitimos introducir aquí algunas referencias a los Grundrisse de Marx

"Así como con el desarrollo de la gran industria la base sobre la que esta se funda? la apropiación de tiempo de trabajo ajeno? cesa de constituir o crear la riqueza, del mismo modo el trabajo inmediato cesa, con aquella, de ser, en cuanto tal, base de la producción, por un lado porque se transforma en una actividad más vigilante y reguladora; pero también porque el productodeja de ser producto del trabajo inmediato, aislado, y más bien es la combinación de la actividad social la que se presenta como la productora"

(Elementos fundamentales, II, pag. 233; edición alemana, pags. 596-97)

"En la medida, sin embargo, en que la gran industria se desarrolla, la creación de la riqueza efectiva se vuelve menos dependiente del tiempo de trabajo y del cuanto de trabajo empleados, que del poder de los agentes puestos en movimiento durante el tiempo de trabajo, poder que a su vez? su powerful effectiveness? no guarda relación alguna con el tiempo de trabajo inmediato que cuesta su producción, sino que depende más bien del estado general de la ciencia y del progreso de latecnología, o de la aplicación de esta ciencia a la producción."

(Elementos fundamentales II, pags. 227-28/592)

"En la misma medida en que el tiempo de trabajo? el mero cuanto de trabajo? es puesto por el capital como único elemento determinante, desaparecen el trabajo inmediato y su cantidad como principio determinante de la producción? de la creación de valores de uso?; en la misma medida, el trabajo inmediato se ve reducido cuantitativamente a una proporción más exigua, y cualitativamente a un momento sin duda imprescindible, pero subalterno frente al trabajo científico general, a la aplicación tecnológica de las ciencias naturales por un lado, y por otro frente a la fuerza productiva general resultante de la estructuración social de la producción global, fuerza productiva que aparece como don natural del trabajo social (aunque [sea, en realidad, un] producto histórico). El capital trabaja, así, en favor de su propia disolución como forma dominante de la producción."

(Elementos fundamentales II, pag. 222/587-88)

"En esta transformación lo que aparece como el pilar fundamental de la producción y de la riqueza no es ni el trabajo inmediato ejecutado por el hombre ni el tiempo que este trabaja, sino la apropiación de su propia fuerza productiva general, su comprensión de la naturaleza y su dominio de la misma gracias a su existencia como cuerpo social; en una palabra, el desarroolo del individuo social. El robo de tiempo de trabajo ajeno, sobre el cual se funda la riqueza actual, aparece como una base miserable comparado con este fundamento, recién desarrollado, creado por la gran industria misma. Tan pronto como el trabajo en su forma inmediata ha cesado de ser la gran fuente de la riqueza, el tiempo de trabajo deja, y tiene que dejar, de ser su medida y por tanto el valor de cambio [deja de ser la medida] del valor de uso. El plustrabajo de la masa ha dejado de ser condición para el desarrollo de la riqueza social, así como el no-trabajo de unos pocos ha dejado de serlo para el desarrollo de los poderes generales del intelecto humano. Con ello se desploma la producción fundada en el valor de cambio, y al proceso de producción material inmediato se le quita la forma de la necesidad apremiante y el antagonismo. Desarrollo libre de las individualidades, y por ende no reducción del tiempo de trabajo necesario con miras a poner plustrabajo, sino en general reducción del trabajo necesario de la sociedad a un mínimo, al cual corresponde entonces la formación artística, científica, etc, de los individuos gracias al tiempo que se ha vuelto libre y a los medios creados para todos. El capital mismo es la contradicción en proceso, [por el hecho de] que tiende4 a reducir a un mínimo el tiempo de trabajo, mientras que por otra parte pone al tiempo de trabajo como única medida y fuente de la riqueza. Disminuye, pues, el tiempo de trabajo en la forma de tiempo de trabajo necesario, para aumentarlo en la forma del trabajo excedente; pone por tanto, en medida creciente, el trabajo excedente como condición? question de vie et de mort? del necesario. Por un lado despierta a la vida todos los poderes de la ciencia y de la naturaleza, así como de la cooperación y el intercambio sociales, para hacer que la creación de riqueza sea (relativamente) independiente del tiempo de trabajo empleado en ella. Por el otro lado se propone medir con el tiempo de trabajo esas gigantescas fuerzas sociales creadas de esta suerte y reducirlas a los límites requeridos para que el valor ya creado se conserve como valor. Las fuerzas productivas y las relaciones sociales? unas y otras aspectos diversos del desarrollo del individuo social? se le aparecen al capital únicamente como medios, y no son para él más que medios para producir fundándose en su mezquina base. In fact, empero, constituyen las condiciones materiales para hacer saltar a esa base por los aires"

(Elementos fundamentales II, pags. 228-29/593-94

Estas páginas definen la tendencia general de una paradoja que es la misma que aquella con la que se ha abierto nuestra agumentación. El proceso es el siguiente: por un lado el capital reduce la fuerza de trabajo a "capital fijo", subordinándola cada vez más en el proceso productivo, por el otro, muestra con esta subordinación total que el actor fundamental del proceso social ha devenido ahora "el saber social general" (ya sea bajo la forma del trabajo científico general o bajo la forma de la puesta en relación de las actividades sociales: "cooperación"

Sobre esta base puede plantearse la cuestión de la subjetividad como Marx la plantea, es decir, como cuestión relativa a la transformación radical del sujeto en la relación con la producción. Esa relación ya no es una relación de simple subordinación al capital. Por contra, esta relación se plantea en términos de independencia del tiempo de trabajo impuesto por el capital. En segundo lugar, esta relación se plantea en términos de autonomía de la explotación, es decir, como capacidad productiva individual y colectiva, manifestándose como capacidad de goce. La categoría clásica de trabajo se muestra absolutamente insuficiente para dar cuenta de la actividad de la fuerza de trabajo inmaterial. En esa actividad es cada vez más difícil distinguir el tiempo de trabajo del tiempo de reproducción o del tiempo libre. Nos encontramos ante un tiempo de trabajo global en el que es casi imposible hacer la separación entre tiempo productivo y tiempo de goce. De ahí, según otra intuición marxiana, el mérito de Fourier al no oponer trabajo y goce.

Para expresarlo de manera diferente podríamos decir que cuando el trabajo se transforma en trabajo inmaterial y el trabajo inmaterial es reconocido como base fundamental de la producción, ese proceso no envuelve tan sólo a la producción sino a la forma íntegra del ciclo "reproducción-consumo". El trabajo inmaterial no se reproduce (y no reproduce la sociedad) en la forma de la explotación sino en la forma de la reproducción de la subjetividad.

El desarrollo del discurso marxiano en el interior de una terminología economicista no nos impide captar la formidable efectividad de la tendencia. Muy al contrario, nos permite captar todas las articulaciones de la fase del desarrollo capitalista en la que vivimos y en la que se desarrollan los elementos constitutivos de la nueva subjetividad. Basta con detenerse en dos de los elementos: la independencia de la actividad productiva frente a la organización capitalista de la producción y el proceso de constitución de una subjetividad autónoma en torno a lo que hemos llamado "intelectualidad de masa".

En primer lugar, pues, la independencia progresiva de la fuerza de trabajo, en tanto que fuerza de trabajo intelectual e inmaterial respecto a la dominación capitalista. En las fábricas posfordistas y en la sociedad productiva pos-industrial los sujetos productivos se constituyen, tendencialmente, antes y de modo independiente respecto a la actividad del empresario capitalista. La cooperación social del trabajo social en la fábrica, en la fábrica social, en la actividad terciaria, manifiesta una independencia frente a la cual la función empresarial se adapta más bien que constituye su fuente y su organización. Esta función empresarial, "personificación del capital", en lugar de constituir una premisa, debe más bien reconocer la articulación independiente de la cooperación social del trabajo en la fábrica, en la fábrica social y en el terciario avanzado, y debe adaptarse a ella.

En el momento en que el control capitalista de la sociedad se ha hecho totalitario, en ese mismo tiempo el empresario capitalista ve sus caracteres constituidos volverse puramente formales: en efecto, en adelante ejerce sus funciones de control y vigilancia desde el exterior del proceso productivo, pues el contenido del proceso pertenece cada vez más a otro modo de producción, a la cooperación social del trabajo inmaterial. Se acabó la época en que el control de todos los elementos de la producción dependía de la voluntad o del savoir-faire del capitalista: cada vez más el trabajo define al capital y no al contrario. Hoy, el empresario debe ocuparse más de conjuntar los elementos políticos necesarios para la explotación de la empresa que de las condiciones productivas del proceso de trabajo. Estas últimas se hacen, en la paradoja del capitalismo posindustrial, progresivamente independientes de su función. No nos corresponde subrayar aquí cómo la dominación capitalista ejerce su "despotismo" o cuáles son sus consecuencias en esta fase del desarrollo.

Abordemos, en segundo lugar, el tema de la subjetividad. Con este propósito vamos a tratar de responder a una cuestión que se diría secundaria? pero que, desde luego, no lo es: ¿por qué, a partir del 68, los estudiantes tienden a representar de manerapermanente y cada vez más amplia el "interés general" de la sociedad? ¿Por qué los movimientos obreros y los sindicatos se precipitan con frecuencia en la brechas abiertas por esos movimientos? ¿Por qué esas luchas, aunque breves y desorganizadas, llegan "inmediatamente" al nivel político? Para responder a esta pregunta es preciso ciertamente tener en cuenta el hecho de que la "verdad" de la nueva composición de clase aparece más claramente en los estudiantes? verdad inmediata, es decir, en su "estado naciente", dada de tal manera que su desarrollo subjetivo no está preso todavía en las articulaciones del poder. La autonomía relativa respecto al capital determina en los estudiantes, entendidos como grupo social que representa al trabajo vivo en el estadio virtual, la capacidad de designar el nuevo terreno del antagonismo. La "intelectualidad de masa" se constituye sin tener necesidad de pasar a través de la "maldición del trabajo". Su miseria no está ligada a la expropiación del saber sino, muy al contrario, a la potencia productiva que concentra, no sólo bajo la forma del saber sino ante todo en tanto que órgano inmediato de la praxis social, del proceso de la vida real. La "abstracción capaz de todas las determinaciones", según la definición marxiana, de esta base social permite la afirmación de una autonomía de proyecto, al mismo tiempo positiva y alternativa.

Lo que decimos a propósito de los estudiantes, sobre el grupo social que constituyen y sobre sus luchas reveladoras de una alternativa que corresponde al transformación de la composición social, no constituye más que un ejemplo. Un proyectoalternativo no se elabora en la inmediatez y en la indeterminación, sino, por contra, sobre la capacidad de articular y de poner en movimiento las determinaciones internas de la composición de clase. Pero el ejemplo es pese a todo muy significativo, pues está basado en la tendencia del trabajo inmaterial a devenir hegemónico y en las modalidades de subjetivación que le son poderosamente inherentes.



Resonancias filosóficas de la nueva definición del trabajo

Toda una serie de posiciones filosóficas contemporáneas tienden a aproximarse, a su manera, al concepto de trabajo inmaterial y del nuevo sujeto, hacia los cuales, según Marx ? en el análisis que había comenzado a elaborar? se orientaba la sociedad capitalista.

Es en torno a mayo del 68 cuando se realiza el desbloqueo epistemológico. Esta revolución, que no se parece a ningún modelo revolucionario conocido, abre una fenomenología que implica toda una nueva "metafísica" de los poderes y de los sujetos. Los focos de resistencia y de revuelta son "múltiples", "heterogéneos", "transversales" en relación a la organización del trabajo y las divisiones sociales. La definición de la relación con el poder está subordinada a la "constitución de sí mismo" como sujeto social. Los movimientos de los estudiantes y de las mujeres que abrieron y cerraron este período son característicos, en su forma y en sus contenidos, de una relación política que parece evitar el problema del poder. En realidad, como no tienen necesidad de pasar por el trabajo, tampoco tienen necesidad de pasar por lo político (si por político entendemos "lo que nos separa del Estado", según la definición de Marx).

El acontecimiento de una nueva subjetividad y las relaciones de poder que constituye estan en la base de nuevas perspectivas de análisis en ciencias sociales y en filosofía que se presentan como una relectura del general intellect marxiano" En la línea de la Escuela de Francfort, podemos encontrar dos interpretaciones de ese paso. Por un lado Habermas capta el lenguaje, la comunicación intersubjetiva y la ética como zócalo ontológico del general intellect y de los nuevos sujetos, pero bloquea la creatividad del proceso de subjetivación mediante la definición de los transcendentales formales de ese mismo proceso. Por otro lado, H. J. Krahl pone el acento sobre la nueva cualidad del trabajo para elaborar una teoría de la constitución social que se juega entre la aparición del trabajo inmaterial y su transformación en sujeto revolucionario. En todo caso, la novedad de la nueva composición de clase es afirmada con fuerza.

En Italia, la permanencia del movimiento del 68 hasta el final de los años 70 lleva a la tradición del marxismo crítico, ya fuertemente constituida en los años 60, a romper con toda interpretación dialéctica del proceso revolucionario. Lo que deviene el envite político y teórico es la definición de la "separación" del movimiento de "autovalorización" proletaria, entendido como agenciamiento positivo y autónomo del sujeto en las condiciones de la producción inmaterial.

Pero lo que aquí nos interesa sobre todo es estudiar como esta nueva dimensión del análisis del trabajo pueda existir en la obrade Foucault, de manera completamente independiente de Marx? al que Foucault parece leer según una interpretación más bien economicista. Lo que aquí nos interesa es tomar en consideración el descubrimiento foucaultiano de la "relación con sí mismo", en tanto que dimensión distinta de las relaciones de poder y de saber. Dimensión que se extrae de sus lecciones de los años 70 y en sus últimas obras, análisis indicativo de la constitución de la "intelectualidad de masa". "Intelectualidad de masa" que se constituye independientemente, es decir, como proceso de subjetivación autónoma que no tiene necesidad de pasar por la organización del trabajo asalariado para imponer su fuerza: sólo sobre la base de su autonomía establece su relación con el capital. Esta aproximación ha sido profundizada más tarde en el trabajo de Deleuze. En Deleuze, se trata de comprender cómo el interface comunicativo que se impone a los sujetos se transforma, se inserta (desde el exterior de la relación) al interior de la actividad: desde fuera de las relaciones de poder hasta el interior de la producción de potencia. Afrontar este tema metafísico significa colocarse en el punto central de la intuición marxiana de los "Grundrisse", allí donde el conjunto del capital fijo se transforma en su contrario, en producción de subjetividad.

El concepto marxiano de fuerza de trabajo que, en el nivel del "general intellect" ha devenido "indeterminación capaz de todas las determinaciones", es desarrollado así por Deleuze y Foucault, en un proceso de producción autónoma de subjetividad. La subjetividad como elemento de indeterminación absoluta deviene un elemento de potencialidad absoluta. Entonces, ya no hay necesidad de la intervención determinante del empresario capitalista. Esta última se vuelve cada vez más exterior a los procesos de producción de subjetividad. El proceso de producción de subjetividad, es decir, el proceso de producción a secas, se constituye "fuera" de la relación con el capital, "en el seno" de los procesos constitutivos de la intelectualidad de masa, es decir, en la subjetivación del trabajo.



Nuevos antagonismos: las alternativas de constitución en la sociedad posindustrial

Si el trabajo tiende a hacerse inmaterial, si su hegemonía social se manifiesta en la constitución del "general intellect", si esa transformación es constitutiva de sujetos independientes y autónomos, la contradicción que opone a esta subjetividad con la dominación capitalista (como quiera que se la designe en la sociedad pos-industrial) no será dialéctica, sino, de ahora en adelante, alternativa. Es decir, que este tipo de trabajo que nos parece a la vez autónomo y hegemónico ya no necesita al capital ni al orden social del capital para existir, sino que se plantea inmediatamente como libre y constructivo. Cuando decimos que esa nueva forma de trabajo no puede ser definida en el interior de una relación dialéctica queremos decir que la relación que mantiene con el capital no sólo es antagónica, está más allá del antagonismo, es alternativa constitutiva de una realidad social diferente. El antagonismo se presenta bajo la forma de un poder constituyente que se revela como alternativo a las formas del poder existente. La alternativa es la obra de sujetos independientes, es decir, que se constituye en el nivel de la potencia y no sólo en el del poder. El antagonismo no puede resolverse quedándose sólo en el terreno de la contradicción, es preciso que pueda desembocar en una constitución independiente, autónoma. El viejo antagonismo de las sociedades industriales establecía una relación continua, aunque de oposición, entre los sujetos antagonistas, y en consecuencia imaginaba el paso de una situación de poder dada a la de la victoria de las fuerzas antagónicas como una "transición". En la sociedad pos-industrial, en la que el "general intellect" es hegemónico, ya no hay lugar para el concepto de "transición", sino tan sólo para el concepto "poder constituyente", como expresión radical de lo nuevo. Por tanto, la constitución antagónica no se determina ya a partir de los datos de la relación capitalista, sino, desde el primer momento, desde la ruptura con esta; no a partir del trabajo asalariado, sino, desde el primer momento, a partir de su disolución; no sobre la base de las figuras del trabajo sino sobre las del no-trabajo.

Cuando en la sociedad posindustrial seguimos (incluso empíricamente) los procesos sociales de contestación y los procesosalternativos, lo que suscita nuestro interés científico no son las contradicciones que oponen a patrones y trabajadores, sino los procesos autónomos de constitución de subjetividad alternativa, de organización independiente de los trabajadores.

La identificación de los antagonismos reales está, pues, subordinada a la identificación de los movimientos, de sus significados, de los contenidos de los nuevos poderes constituyentes.

El concepto mismo de revolución se modifica. No es que pierda sus características de ruptura radical, sino que esta ruptura radical está subordinada, en su eficacia, a las nuevas reglas de constitución ontológica de los sujetos, a su potencia que se organiza en el proceso histórico, a su propia organización que no requiere otra cosa más que su propia fuerza para ser real.

Lejos de querer escapar a las objeciones que puedan formularse contra este modo de considerar el proceso revolucionario en las sociedades pos-industriales, tenemos intención de tomarlas aquí en consideración. La primera objeción adelanta el hecho de que el trabajo de tipo antiguo es aún muy importante en nuestras sociedades. La segunda insiste en el hecho de que tan sólo en las zonas, a través del mundo, en las que la dialéctica capitalista ha producido sus últimos frutos, tiende a devenir hegemónico el trabajo bajo la forma del "general intellect". El carácter totalmente exacto de estas afirmaciones no puede negar para nada o minusvalorar la potencia de la evolución. Si el paso a la hegemonía del nuevo tipo de trabajo, trabajo revolucionario y constituyente, no aparece más que como tendencia, y si la puesta en evidencia de una tendencia no debe confundirse con el análisis de conjunto, por contra, un análisis de conjunto no tiene valor más que en la medida en que está esclarecido por la tendencia que preside la evolución.



Intelectuales, poder y comunicación

La relectura de la categoría de "trabajo" en Marx como fundación ontológica de los sujetos nos permite también fundar una teoría de los poderes, si por poder entendemos una capacidad de los sujetos libres e independientes de intervenir sobre la acción de otros sujetos, también libres e independientes. "Acción sobre otra acción", según la última definición del poder en Foucault. Los conceptos de trabajo inmaterial y de "intelectualidad de masa" definen pues no sólo una nueva cualidad del trabajo y del placer sino también nuevas relaciones de poder y en consecuencia nuevos procesos de subjetivación.

Hoy en día, las aportaciones de los especialistas de la historia de las ideas, revisadas a la luz de las intuiciones de Foucault y de Deleuze, nos permiten recuperar el esquema de las tres épocas de la constitución de lo político moderno para servirnos de él en nuestro trabajo. La primera época es la de la "politica clásica", o todavía la de la definición del poder en tanto que domimio. Las formas extremas de la acumulación primitiva se combinan allí con las formas constitucionales de un orden social clasista y rígido. Las sociedades y sistemas del Antiguo Régimen son características de este período del que los "tocquevillianos" y los apologistas de la tradición anglo-sajona de la constitución hablan con nostalgia.

La segunda época es la de la "representación política" y de las "técnicas disciplinarias". El poder se presenta a la vez como poder jurídico y representativo de los sujetos de derecho y como sometimiento del cuerpo singular, es decir, como interiorización generalizada de la función normativa. Pero la ley y la norma tienen como fundamento el "trabajo". Durante toda esta época, el ejercicio del poder encuentra su legitimación en el trabajo, ya se trate de la burguesía (imposición del orden de la organización social del trabajo, del capitalismo (como organizador de las condiciones de la producción) o del socialismo (como emancipación del trabajo). Se abre ahora un tercer período de la organización del poder: la de la política de la comunicación, o al menos el período de la lucha por el control o por la liberación del sujeto de la comunicación. La transformación de las condiciones generales de la producción, que desde ahora incluyen la participación activa de los sujetos y consideran el "general intellect" como capital fijo subjetivado de la producción y que toman como base objetiva la sociedad entera y su orden, determina una sacudida de las formas de poder.

La crisis de los partidos comunistas occidentales y del comunismo soviético (como crisis del modelo socialista de emancipación del trabajo, que es, contrariamente a lo que se cree, no el fracaso del socialismo sino su realización), la crisis de las formas de la representación (como formas de lo político) y de las "tecnologías disciplinarias" (como formas de control), encuentran su genealogía en el no-trabajo del "general intellect". Si en el "trabajo", la organización de la sociedad, del poder y de sus formas de legitimación encontraban un fundamento y una coherencia, hoy esas funciones se dan de manera separada y con formas de legitimación antagonistas. A partir de allí (y en el seno mismo de estas transformaciones de lo político) se dan y se han dado las transformaciones del carácter antagonista de la sociedad. Y, de igual modo que, tras el período clásico, el cuestionamiento radical estaba representado por la revuelta, y que en la época de la representación estaba representado por la reapropiación, en la época de la política comunicativa se manifiesta como potencia autónoma y constitutiva de los sujetos. El devenir revolucionario de los sujetos es el antagonismo constitutivo de la comunicación contra la dimensión controlada mediante la comunicación misma, es decir, que libera las máquinas de subjetivación de las que, de ahora en adelante, está constituído lo real. La revuelta contra el control, la reapropiación de las máquinas de comunicación son operaciones necesarias pero no suficientes, no harían más que volver a proponer bajo nuevas formas la vieja forma del Estado si la revuelta y la reapropiación no se encarnan en un proceso de liberación de la subjetividad que se forma en el interior mismo de las máquinas de la comunicación. La unidad de lo político, lo económico y lo social se ha determinado en la comunicación: en el interior de esa unidad, pensada y vivida, los procesos revolucionarios pueden hoy concebirse y ser activados.

Del mismo modo, en estricta relación con las tres épocas consideradas se modifica también la figura del intelectual. Si durante el período de la "política clásica" el intelectual era totalmente extraño a los procesos de trabajo y su actividad no podía ejercerse más que en funciones epistemológicas y con vocación ética? ya en el curso de la "fase disciplinaria" la exterioridad del trabajo intelectual frente a los procesos de trabajo se hace menor. En el curso de esta fase, el intelectual está obligado a "comprometerse" (en la dirección que sea: Benda no está menos comprometido que Sartre). El "compromiso" es una posición de tensión crítica que, positiva o negativamente, contribuye a determinar la hegemonía de una clase sobre la otra. Pero hoy, en el período en el que el trabajo inmaterial está cualitativamente generalizado y es tendencialmente hegemónico, el intelectual se encuentra completamente en el interior del proceso de producción. Toda exterioridad se ha acabado, bajo pena de devolver su trabajo a lo inesencial. Si, en su generalidad productiva, el trabajo aplicado a la industria es inmaterial, este mismo trabajo caracteriza hoy a la función a la función intelectual y la arrastra dentro de la máquina social del trabajo productivo. La actividad del intelectual, ya se ejerza en la formación o en la comunicación, o en lo proyectos industriales o incluso en las técnicas de las relaciones públicas, etc., en todos los casos, el intelectual ya no puede estar separado de la máquina productiva. Su intervención no puede reducirse por tanto ni a una función epistemológica y crítica ni a un compromiso y un testimonio de liberación: Es en el nivel del agenciamiento colectivo mismo donde interviene. Se trata pues de una acción crítica y liberadora que se produce directamente en el interior del mundo del trabajo; para liberarlo del poder parasitario de todos los patrones y para desarrollar esa gran potencia de cooperación del trabajo inmaterial que constituye la cualidad (explotada) de nuestra existencia. Aquí, el intelectual está en completa adecuación con los objetivos de la liberación? nuevo sujeto, poder constituyente, potencia de comunismo.



(Publicado en el núm. 7 de la revista "Futur antérieur", en el verano del 91)



FUENTE: http://www.nodo50.org/cdc/

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